Comienzo este blog un día de Junio de un año indefinido al final de una década teñida de fanatismo y liberalismo mal entendido. Parece que el sangriento XX se continua en un XXI que, ya fracasados los Grandes Ideales, sólo nos brinda abrazar alguna religión que nos enfrente los unos a los otros. La pregunta sería: ¿cuánto más enfrentamiento inútil puede aguantar este mundo sin saltar en pedazos?
No sé porqué esta noche soñé con la caída del Muro de Berlín, caminando por la amplia avenida Under Der Tilen, recién abierta, húmeda todavía de los fluidos de una noche gloriosa de noviembre Berlinés: la niebla húmeda, glacial, del Spree en la mañana; las botellas de champagne en el suelo de la "última" enésima fiesta bailando sobre el muro resquebrajado; los reguerones de las latas de pintura de graffiti volcadas ... todos los rastos de una noche que tuvo que ser gloriosa.
¡Que bien! otra vez la avenida abierta, qué sensación bajar hasta el Urstromtal sin ver ya la imagen del Muro del Oprobio. Sentía la vida rebullir, incluso en un frío invierno Berlinés. Era muy temprano, buscada algún sitio donde tomar una rosca con café caliente, pero no encontraba nada. En mi "no-recuerdo" del sueño, sin embargo, tenía imágenes nítidas de cafés con las ventanas empañadas por el vapor del local, llenos de gente alegre bebiendo y fumando, muy cerca de donde me encontraba. Pero, ¡qué raro! sólo veía ahora una avenida desierta sin locales, sin cafés, sin ninguna señal que hiciera suponer que existiera vida en la Ciudad a esa hora, entonces te ví subir con tu paso elegante, casi aterida por el frío de la mañana, cubierta por una chaqueta con cuello de piel que dejaba entrever un vestido de fiesta que me parecía blanco. Los tacones altos, de aguja, como te gustan y un peinado recogido bajo la nuca, que dejaba entrever unos pendientes que oscilaban muy rápido al compás de tu paso rápido y un poco vacilante.
Creo que me sonreíste al verme. Sentí que te alegrabas y que el abrazo de bievenida se prolongaba más de lo que me tienes acostumbrado ... parecías un poco desorientada, o quizás desvalida, no lo sé. Te pregunté ¿qué haces tú a quí? Me dijiste que viniste con unos amigos a conocer el nuevo Berlín reunificado y que después de bailar hasta horas imposibles de la madrugada te encontraste aislada, en un cafetín, rodeada de extraños. Decidiste salir sola al paseo a buscar un taxi...
Todo esto, ahora, que me encuentro despierto tras el sueño pesado de anoche, me parece puro "surrealismo": quedarse sola en un café de Berlin, salir a buscar un taxi en la madrugada, caminando sin saber donde ir en una ciudad extraña ... y lo más increíble de todo: encontrarte conmigo ¡para que te salvara! Tú, la "independiente", la mujer "con ideas sobre todo", la "feminista"... venías a mí para que te sacara de tu agobio frente a una situación que podría haber tenido imprevisibles consecuencias.
Ahora que estoy despierto, me doy cuenta que eso nunca ocurrirá: que vengas a mí buscando mi amparo. Hay tantas cosa que nos separan: las vidas , las personas que nos conocen, las familias ... pero, sobre todo una cosa, sé que nunca me amarás como yo quisiera ser amado y que yo, sin embargo, te amaría más de lo que tú llegarías a soportar.
Quizás en el siguiente sueño nos volvamos a encontrar y me digas a qué hora y en qué día se abre la puerta de tu balcón, para que lo escale y me quede contigo a oir el agua del pilar cantar en la noche, la campana cercana avisarnos de la llegada de alba y las señales del nuevo día traernos el regalo de una vida: para mí volver de los no-muertos, para tí la de una mujer enamorada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario